La génesis del Arte. Una perspectiva disidente.
¿Qué es el arte? ¿Cómo se origina? ¿Quién es artista o genio?
La génesis del Arte, el libro del arquitecto y actual director del MEAN (Museo Europeo de Arte Moderno) y fundador en 2005 de la Fundació de les Arts i els Artistes, José Manuel Infiesta Monterde, fue publicado en la Universidad Politécnica de Barcelona en 1974 a modo de «recopilación de opiniones» en los tiempos de estudiante, y contesta a estas preguntas que muchos nos hacemos frecuentemente, y que José Manuel responde desde una perspectiva que comentaremos aquí, y tras la cual daremos una breve opinión.
¿Qué es el arte?
El arte, según Infiesta es la «expresión del sentimiento» de todo hombre, una «realidad de vida» que todas las culturas, pueblos, razas y épocas han expresado acorde a su sensibilidad. El arte, digo, es la «materialización» del sentimiento desvinculado de circunstancias temporales o accesorias, hecho sentimiento puro, común a toda la humanidad, y «materializado» por el artista-creador, a través de la constancia, el dolor y el sufrimiento personal, en la obra de arte, a través de la cual pueda el espectador llegar también a esa Idea de mujer, de amor, de dolor… a la que llegó el artista-creador, pero que nunca será exactamente idéntico, ya que en el proceso de materializar algo inmaterial se ha de perder necesariamente parte de la intensidad original que sintió el artista-creador.
Pero, en tanto que el arte es la expresión del sentimiento, ¿es toda obra que exprese sentimiento arte? A esto nos contesta Infiesta en el capítulo VI. «Es necesario, para expresar el sentimiento originario, plasmarlo de alguna forma que sea perceptible para los demás hombres, es decir, que sea inteligible para ellos», esto es, materializar de forma comprensible para el público, para todo el pueblo. Una de las abundantes citas incluida en el libro, concretamente esta de Unamuno (La lucha de clases. Bilbao, 1 de febrero de 1896) sentencia: «Arte de escogidos, arte de refinados, de iniciados, de aristócratas… eso no es arte». Es decir, el arte «sofisticado» de los «modernos» que necesita de un manual para entenderse, no es arte, porque el arte no es racional, y ha de captarse su significado con la simple y complicada contemplación, que, eso sí, puede profundizarse a través del conocimiento. De este modo -como Infiesta desarrolla en el Capítulo IX, Figuratismo y abstracción– un cuadro formado por figuras geométricas de colores sólo lo entenderá su autor, si es que lo entiende él mismo, pero nunca el gran público, nunca el pueblo, porque aquella obra no nace del espíritu del pueblo a la que toda obra debe dirigirse, y no solo al propio pueblo, sino, asegura Infiesta, también a la humanidad entera, pues «deberá ser eterna» y «deberá ser indiferente del lugar».
¿Cómo se origina el arte?
En el capítulo VI, El proceso artístico, Infiesta nos explica que toda verdadera obra artística, conseguirá abstraer el sentimiento inicial y momentáneo de las circunstancias espacio-temporales en las que se produjo, llegando así al sentimiento puro al que todo hombre, por su condición de hombre y no de mero animal, es capaz de llegar en muchas ocasiones a lo largo de su vida. El artista tiene entonces la imperiosa y vital necesidad de transmitir ese sentimiento a sus prójimos, a todo su pueblo, y a toda la humanidad, y no lo podrá hacer con palabras, si no con el arte, esto es, con la materialización de algo inmaterial como el sentimiento, en algo material, a través de la pintura, escultura… o música («la más sublime de las artes, por cuanto es la que más directamente se dirige a nuestra alma»), y lo ha de hacer, como ya hemos indicado, de un modo comprensible.
¿Quién es artista o genio?
El ser artista consiste hoy en autoproclamarse como tal, con el único requisito de hacer dos burrapatos en un papel, tocar un instrumento deficientemente, o cantar cualquier cosa sin mayor complicación. Cierto es que Infiesta nos dice: «Todo ser humano desde el momento en que –por ser hombre- siente, es un artista en potencia», esto es, que puede entender la obra de arte.
Es imprescindible conocer la distinción que José Manuel hace de los dos tipos de artista, a saber: el artista-creador y el artista-espectador.
Artista-creador es aquel que como su nombre indica «crea». Artista-espectador es aquel, pues, que recibe e interioriza la obra. Extendámonos un poco en esta distinción.
Artista-creador es «aquel especialmente capacitado (…) que podrá hacerse a sí mismo consciente de ese sentimiento, analizarlo y luego expresarlo», como ya hemos indicado, siendo el genio el que lo pueda hacer «en el extremo más sublime» y, como decimos, de un modo entendible.
Artista sería también «todo individuo relacionado con el proceso artístico”, es decir, también, e imprescindiblemente, el espectador, el «artista-espectador» que contempla esa obra y es capaz de hacerla suya, pues «los animales pasan por su lado sin percibir nada en absoluto, ni siquiera ninguna nueva sensación les ocupa. Y algunos hombres –los más cercanos al tipo que hemos apodado como “el imbécil”- ni se enteran, o hacen caso omiso de su presencia».
Es el verdadero artista, en definitiva, el que logra a través del arte despertar la capacidad contemplativa de su compatriota, generalizar lo que en la obra ve, y alcanzar la idea a la que pueden llegar todos los hombres, a la que todos los hombres deben llegar.
Es esta una obra que en 316 páginas –que pienso, se podrían haber sintetizado en la mitad de espacio, puesto que se extienden al incidir continuamente en los mismos puntos fundamentales del libro- aporta, como adelantábamos al comienzo, un punto de vista «alternativo» en la conceptualización contemporánea del arte y la estética. En algunos puntos hoy políticamente incorrecto, por ejemplo al señalar que los negros, como asegura también Kant, no son capaces de hacer arte, cuando hay ejemplos de armonicistas negros del genero del blues muy reconocidos como Sonny Boy Williamson II o Jimmy Reed –por poner algunos ejemplos sobre un instrumento que entre los negros americanos ha sido muy explotado desde los tiempos de esclavitud-, pudiendo reflexionar sobre el arte que se pudo hacer en África ajeno a nuestra perspectiva europea, expresión de su sensibilidad tribal , o que las mujeres son mucho más sentimentales que los hombres –lo cual apoyamos-, además de algunas expresiones comunes de los años 70 que al joven lector pueden llamar la atención.
Una famosa frase de Joseph Beuys dice: «Todo hombre es un artista». Sólo cambiando «es» por «puede ser» y matizando esta afirmación con la postura de Infiesta Monterde podemos aceptar esta afirmación del «artista» alemán, en tanto que, como decimos, todo hombre puede llegar a ser artista-creador, o más fácilmente, artista-receptor. Pero no todos. Y muy pocos, genios.
Téngase en cuenta este libro del que sólo hemos arañado aquí algunas ideas importantes, si se quiere construir, como es nuestro caso, una teoría estética desde una perspectiva disidente y transcendental.
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